Untitled Document
[EL FENÓMENO DEL 'MUNDO PEQUEÑO'. DE PASATIEMPO POPULAR A MARCO
TEÓRICO-CIENTÍFICO DE MODA] [IMPORTANCIA DE LA CICLOOXIGENASA-2
EN LA REGULACIÓN DE LA FUNCIÓN RENAL]
El hecho de vivir en un "mundo pequeño"
puede tener consecuencias dramáticas que afectan a fenómenos biológicos,
económicos o sociológicos aún poco explorados. En el caso
de la fisiología del sistema nervioso, la organización en redes
tipo "mundo pequeño" tiene implicaciones particularmente relevantes
en la integración de la actividad neuronal y, probablemente, en la estructura
de la conciencia. El artículo de Luis M. Martínez nos introduce
con gran elegancia en un aspecto sugestivo de las teorías científicas
actuales.
EL FENÓMENO DEL 'MUNDO PEQUEÑO'. DE PASATIEMPO POPULAR A MARCO
TEÓRICO-CIENTÍFICO DE MODA
Luis M. Martínez
Todos estamos más o menos
familiarizados con el concepto de "seis grados de separación".
Esto es, el fenómeno por el cual dos personas tomadas al azar de entre
todos los habitantes de este planeta estarían unidas por una cadena de
conocidos de, como mucho, seis miembros. Sorprendente, ¿no? O tal vez
no tanto. Expresiones del estilo: "¡el mundo es un pañuelo!"
o "¡pero qué pequeño es el mundo!" son de uso
común. Sin embargo, ¿existe alguna base científica que
explique este fenómeno? ¿tiene paralelismo en el comportamiento
de alguna otra red de elementos, ya sea natural o artificial, conocida?
Con toda seguridad, el origen de esta "leyenda urbana" está
en un experimento que Stanley Milgram, del Departamento de Sociología
de la Universidad de Harvard, puso en práctica a finales de los años
60 (Milgram, 1967). El Profesor Milgram seleccionó aleatoriamente a un
grupo de individuos residentes en los estados americanos de Kansas y Nebraska,
a los que pidió que intentasen hacer llegar una carta a personas que
no conocían de nada y que vivían en el estado de Massachussets.
Deberían hacerlo a través de conocidos, gente que ellos pensasen
podrían conocer al destinatario o a alguien que le conociese. El resultado
más llamativo del experimento fue que aproximadamente la mitad de los
envíos precisó de sólo cinco, o menos, intermediarios para
llegar a su destino.
¿Sorprendido? Tan solo a medias; a fin de cuentas todos los individuos
vivían en el mismo país, un país grande, eso sí,
pero, ¿es posible extrapolar estos resultados a toda la población
mundial? La idea, de por sí, parece extremadamente difícil. Pensemos
que cada uno de nosotros conoce a un número de personas muchísimo
menor que el total de la población mundial, concretamente, unos 6 ó
7 órdenes de magnitud menor. Aún así, tanteemos, al menos
de manera intuitiva, si es cierto que vivimos en un "mundo pequeño".
Al igual que los creyentes en la reencarnación, uno tiene la tendencia
a intentar encontrar conexiones con personajes relevantes de la vida pública
(premios Nóbel, deportistas de élite) y rara vez pierde el tiempo
con personajes despreciables (asesinos en serie, terroristas). Para dar ejemplo,
o tal vez debido a mi natural falta de glamour, analizaré la cadena de
personas que me une a alguien tan justamente vilipendiado y tan, a priori, alejado
de mi círculo social como Adolf Hitler. Desde el año 1996 y hasta
el año 2000 realicé una estancia post-doctoral en el Laboratorio
de Neurobiología de la Universidad Rockefeller de Nueva York. Allí
conocí a Charles Gilbert, uno de los profesores del laboratorio, cuyo
padre, el Doctor Gilbert, fue asignado por el ejército americano, entre
1945 y 1946, como psiquiatra al cargo de los prisioneros de guerra alemanes
en el juicio celebrado contra la cúpula nazi en la ciudad de Nuremberg.
La mayor parte de los acusados, escojamos por ejemplo al designado sucesor de
Hitler, Hermann Göring, tuvo una relación directa con el Führer.
De modo que en sólo 3 pasos he llegado a Adolf Hitler.
Aunque muy llamativo, este análisis es ciertamente discutible, al menos
desde un punto de vista puramente "científico". Por las limitaciones
impuestas por nuestro propio conocimiento, sería mejor decir desconocimiento,
de todos los elementos del sistema, siempre buscaremos conexiones entre nosotros
y personajes famosos que, en virtud de su fama, están expuestos a una
proporción mucho mayor de gente que una persona, digamos, "normal".
Así, ¿seríamos capaces de establecer una conexión
en el mismo número de pasos (seis o menos) con, por ejemplo, un anónimo
indio Yanomamo de la selva amazónica brasileña? Tal vez no. De
cualquier modo, es necesario analizar el problema un poco más detenidamente.
¿Cómo funcionan las cosas en una red social de la que sí
conocemos todos sus elementos y la manera en la que éstos están
conectados? Les propongo un juego, uno que se ha hecho muy popular en los Estados
Unidos en los últimos años. Utilizaremos como base el conjunto
de todos los actores, americanos o no, que alguna vez han protagonizado una
película de cine. Tomaremos como referencia al actor Kevin Bacon. El
juego consiste en pensar en otro actor cualquiera y buscar su número
"Bacon". Si el actor en cuestión ha trabajado en una película
con Kevin Bacon, su número "Bacon" es uno. Si ha trabajado
en una película con alguien que ha trabajado con Kevin Bacon, su número
"Bacon" es dos y así sucesivamente. Sorprendentemente, o no
tanto a estas alturas, es muy difícil encontrar un actor que tenga un
número "Bacon" mayor que 6. El número "Bacon"
promedio del total de 535.996 actores de todo el mundo presentes en la base
de datos es, tan solo, ¡2,929!, lo que, traducido, quiere decir que cualquier
actor del mundo está a una distancia promedio (medida en número
de conexiones) menor de 3 de Kevin Bacon (http://www.cs.virginia.edu/oracle/).
De vuelta al mundo real (más prosaico que el "ficticio" mundo
cinematográfico), algún lector avispado tal vez haya comenzado
ya a hacer números. Si yo tengo 100 amigos que a su vez tienen 100 amigos,
puedo decir que hay 10.000 amigos de mis amigos. Siguiendo esta progresión,
tan solo cinco pasos (grados) me habrían sobrado para llegar a cualquier
individuo de los más de 6.000 millones de habitantes del planeta, incluyendo
el indio Yanomamo. ¿Cierto? No exactamente. Este cálculo es indudablemente
simplista. Estamos asumiendo, por un lado, que nosotros seleccionamos nuestras
amistades de manera aleatoria de entre toda la población mundial, cuando
en realidad estamos muy condicionados por nuestra extracción social,
profesión, aficiones, etc. Además, presuponemos que los amigos
de nuestros amigos no son, a su vez, amigos nuestros cuando, en realidad, muy
pocos de nuestros amigos no se conocen entre sí, es decir, formamos redes
sociales altamente agrupadas.
Aunque intuitivamente ya hemos captado la esencia del problema, todavía
no lo hemos formulado de una manera muy precisa. ¿Qué caracteriza
a una red del tipo "mundo pequeño"? En un artículo recientemente
publicado en la revista Nature, Duncan Watts y Steven Strogatz (1998; ver también
Strogatz, 2001; Watts et al., 2002) efectúan el primer intento analítico
de estudiar el fenómeno a partir de la topología, una rama de
la matemática que surge, perdóneseme la irreverencia, hace ya
más de 250 años cuando Leonard Euler le comunica a sus conciudadanos
de Königsberg que jamás podrán cruzar consecutivamente los
siete puentes de su ciudad sin desandar camino en el proceso, es decir, sin
repetir uno o más puentes. Pero, ¿qué tiene que ver Euler
con las relaciones sociales o con la fisiología? Vayamos por partes.
Cualquier clase de red puede representarse de manera abstracta mediante un gráfico
compuesto por nodos (o vértices) comunicados por una serie de conexiones
(o aristas). Retomando a Euler, los vértices serían los distintos
barrios de la ciudad de Königsberg unidos por los siete puentes (aristas).
Los matemáticos, tradicionalmente, han estudiado redes cuya topología
se asume como perfectamente regular o totalmente aleatoria (ver figura 1). En
una red regular, como el cristal de cualquier elemento químico, todos
los vértices presentan el mismo número de conexiones que los unen
a un pequeño número de nodos vecinos de una manera muy agrupada.
Por el contrario, en redes aleatorias, cada vértice se conecta arbitrariamente
con otros nodos que pueden estar localizados en cualquier punto de la red. A
pesar de sus diferencias, ambos tipos de redes son fácilmente descriptibles
en términos estadísticos porque son redes uniformes, es decir,
se comportan como un fractal, las propiedades globales de la red son iteradas
localmente. Las características que mejor definen a estas redes son su
longitud de vía y su grado de agrupamiento. La longitud de vía,
o diámetro de la red, es una propiedad global definida como la longitud
media del camino más corto (en número de conexiones) requerido
para conectar un par de vértices tomados aleatoriamente entre toda la
red. El segundo parámetro, el coeficiente o grado de agrupamiento, es
una propiedad local de la red que mide la probabilidad media de que dos nodos
conectados a un mismo vértice estén ellos a su vez conectados
entre sí. Por lo tanto, las redes regulares presentan gran diámetro
y alto grado de agrupamiento, mientras que las redes irregulares presentan pequeño
diámetro y bajo grado de agrupamiento. En términos funcionales
esto quiere decir que si queremos viajar a través de una red con la mayor
rapidez posible nos interesará una topología de tipo irregular,
pero si queremos mantener un orden entre los elementos de la red preferiremos
una configuración regular. La gran contribución del trabajo de
Watts y Strogatz es la demostración de que existe un tipo intermedio
de topología, caracterizada por un diámetro pequeño (propio
de redes irregulares), con un alto grado de agrupamiento (tan alto como el característico
de redes regulares), es decir, una red que presenta las propiedades de un "mundo
pequeño".
Para simular este tipo de red, Watts y Strogatz partieron de un diseño
de topología regular, altamente ordenado (ver figura 1), en el que fueron,
controladamente, introduciendo grados crecientes de desorden. Siguiendo un proceso
que ellos denominaron "recableado aleatorio" fueron sustituyendo conexiones
entre vértices vecinos por conexiones entre nodos seleccionados aleatoriamente
de entre todos los componentes de la red (figura 1). Estudiando este tipo de
redes intermedias, llegaron a la conclusión de que sólo se necesitan
unas pocas conexiones aleatorias de largo alcance para hacer que el "gran
mundo" regular de una red cristalina se convierta en un "mundo pequeño".
Es decir, a pesar de que la práctica totalidad de las conexiones de la
red son de naturaleza local, las pocas conexiones existentes de largo alcance
tienen un efecto no lineal sobre el diámetro de la red, posibilitando
que dos nodos tomados aleatoriamente estén unidos a través de
un número muy pequeño de conexiones. Es muy importante enfatizar
que estos "cortocircuitos" no sólo hacen disminuir la distancia
efectiva a la que se encuentran esos dos vértices concretos de la red,
sino también todos los nodos que están conectados a ambos. Esto
es lo que posibilita que el diámetro de la red disminuya tanto. Trasladado
este análisis al ejemplo, puramente anecdótico, que me unía
al líder de la Alemania Nazi quiere decir que, en virtud de mi gran promiscuidad
social, todos mis conocidos están, como mucho, a sólo cuatro pasos
de Adolf Hitler, incluso aquellos que no han abandonado jamás mi pequeño
pueblo natal en la costa lucense, a los que pido encarecidamente que no me lo
tengan en cuenta.
Como ya hemos apuntado, una red de este tipo que ha surgido espontáneamente
es la formada por todos los actores de cine. Pero además, como los propios
autores apuntan en su artículo del año 1998, es muy probable que
este tipo de diseño sea común a prácticamente todos los
sistemas biológicos, sociales y artificiales conocidos. Ellos mismos
proporcionan otros dos ejemplos: el mapa de suministro eléctrico de los
Estados Unidos, en el que los vértices estarían compuestos por
las estaciones de alta tensión y los repetidores y las conexiones serían
los cables del tendido de alta tensión que unen esas estaciones. Y el
segundo ejemplo sería la red neuronal que compone el sistema nervioso
del gusano Caenorhabditis elegans, la única entre todos los seres vivos
que es conocida en su totalidad. Otro ejemplo, bien conocido para los matemáticos
desde los años 50, es la red de colaboraciones matemáticas. En
este caso, los vértices son matemáticos y dos vértices
están conectados si los dos investigadores aparecen como coautores en,
al menos, un artículo científico. El funcionamiento de este divertimento
es semejante al anteriormente expuesto en el caso de los actores de cine. El
"centro" de la gráfica es el matemático Paul Erdös.
La red se comportaría como una red regular si todos los matemáticos
trabajasen siempre en grupos más o menos reducidos y estables, sin intercambio
entre grupos locales. La red es, sin embargo, del tipo "mundo pequeño"
pues, afortunadamente, las colaboraciones científicas entre individuos
pertenecientes a distintas instituciones, o grupos, son relativamente habituales.
La influencia que ejercen sobre el comportamiento de la red aquellos individuos
que establecen conexiones aleatorias entre vértices muy alejados es tan
importante que incluso yo, que no soy matemático y por lo tanto estoy
fuera de la red, tengo un número "Erdös" 4, muy bajo.
Hasta aquí hemos considerado las redes como entes estáticos de
los que hemos extraído su estructura básica. Sin embargo, la estructura
de una red tiene importantísimas implicaciones funcionales que presentan
gran interés en muchos campos muy distintos, desde la organización
empresarial a la epidemiología, pasando por la neurociencia o el diseño
de redes informáticas (la world wide web).
El hecho de que vivamos en un "mundo pequeño" tiene dramáticas
consecuencias que se reflejan en la rapidez con la que una enfermedad se transmite
a través de la población. La mayoría de los modelos de
transmisión de agentes infecciosos previos a 1998, asumían que
la velocidad con la que una enfermedad se transmite en una población
depende del número de contactos que los individuos de esa población
establecen entre sí, independientemente de la estructura de la sociedad.
Watts y Strogatz nos han mostrado que ésa no es la única vía
por la que un brote infeccioso puede adquirir proporciones epidémicas.
Así, sujetos que establecen contactos del tipo "mundo pequeño"
acortan la distancia media entre individuos e incrementan dramáticamente
la tasa de propagación de la enfermedad. Pensemos en una enfermedad de
transmisión sexual que en sus inicios tuvo marcadas connotaciones sociales
negativas como es el SIDA. Cuando comenzó la epidemia, muchas personas
creyeron estar a salvo de la enfermedad porque no pertenecían a uno de
los llamados grupos de riesgo. El error está en considerar a esos grupos
de riesgo como estructuras locales, aisladas unas de otras, cuando, en realidad,
bastan unas pocas personas estableciendo puentes entre los distintos grupos
para diseminar la enfermedad rápidamente entre toda la población.
Esto puede hacer cambiar enormemente la forma en la que vemos el problema. Generalmente,
los individuos que formamos parte de una población o red social no tenemos
más que un conocimiento muy local de la red. Conocemos a nuestros amigos
y parte de sus amigos, pero no vamos mucho más allá. Así,
desconocemos totalmente los pasos que nos unen a cualquier otro miembro anónimo
de la red, por ejemplo el indio Yanomamo, aunque eso no impide que un agente
infeccioso originado en el "grupo social" al que yo pertenezco diezme,
en muy poco tiempo, el pueblo en el que él habita, como trágicamente
ha mostrado la colonización europea de América.
Ya en el terreno puramente fisiológico, el fenómeno del "mundo
pequeño" es de especial relevancia en el estudio del sistema nervioso,
aspecto éste que me interesa profundamente. El sistema nervioso está
dividido zonalmente en estructuras especializadas en el procesamiento de diferentes
tipos de información: fundamentalmente de naturaleza sensorial y/o motora.
Cada región cerebral está a su vez dividida en subsistemas que
representan zonas con alto grado de conectividad local, que se comunican entre
sí por medio de conexiones mucho más difusas, el diseño
perfecto de una red tipo "mundo pequeño". En estas "redes"
neuronales, las células nerviosas pueden, en un determinado momento,
producir potenciales de acción de manera irregular, tónica, o
alternar este comportamiento con la generación de ondas de actividad
sincrónicamente con otras neuronas de la red. Tradicionalmente, se han
relacionado estos procesos de sincronización con redes de alta conectividad,
es decir, aquellas en las que todos los individuos están conectados entre
sí. Como ya hemos visto, el trabajo de Watts y Strogatz nos ofrece una
solución alternativa más coherente con la estructura del sistema
nervioso (Lago-Fernández et al., 2000). Este fenómeno es de cardinal
importancia, pues se ha propuesto que la sincronización entre grupos
de neuronas implicadas en el procesamiento de distintos aspectos de un mismo
estímulo permite su reconstrucción perceptual de manera integrada
(Gray et al., 1989). Ayude o no esta sincronización entre grupos de neuronas
al procesamiento de un estímulo concreto, está claro que el hecho
de que el sistema nervioso esté organizado como una red "mundo pequeño"
permite realizar, al menos, dos predicciones importantes que pueden ayudarnos
a orientar nuestras investigaciones en el futuro. Primero, la percepción
(y por lo tanto la tan traída y llevada conciencia) precisa de la integración
de la actividad de distintas zonas cerebrales en un único patrón
de actividad. Para comprender cómo sucede esta integración deberíamos
concentrarnos en resolver qué tipo de información transmiten y
cómo la transmiten las neuronas que establecen conexiones difusas entre
los distintos grupos neuronales. Segundo, necesitamos comprender como esa información
modula el funcionamiento local de la red. Lo que tradicionalmente hemos denominado
"ruido" (por ejemplo la variabilidad en la respuesta de la célula
a un tipo de estímulo), podría tener un impacto mucho mayor del
esperado sobre la respuesta de las células (Cecchi et al., 2000).
Este fenómeno tiene igual relevancia en muchas otras áreas. Desde
la organización del lenguaje (Ferrer i Cancho y Solé, 2001; Sigman
y Cecchi, 2002) a la estructura de la mayor red artificial jamás creada,
la "world wide web" (Albert et al., 1999), pasando por la teoría
de juegos, de gran importancia en economía. Múltiples aspectos
de nuestra vida diaria se han visto y se verán aún más
beneficiados por el desarrollo de este marco teórico-científico.
En muchos aspectos, el mundo es un pañuelo.
Albert A, Jeong H y Barabasi A-L (1999) Diameter of the world wide web. Nature
401:130-1
Cecchi GA, Sigman M, Alonso JM, Martinez LM, Chialvo DR y Magnasco MO (2000)
Noise in neurons is message dependent. Pro Natl Acad Sci USA 97:5557-61
Ferrer i Cancho R y Solé RV (2001) The small world of human language.
Proc Roy Soc London B 268:2261-6
Gray CM, König P, Engel AK y Singer W (1989) Oscillatory responses in cat
visual cortex exhibit intercolumnar synchronization which reflects global stimulus
properties. Nature 338:334-7
Lago-Fernández LF, Huerta R, Corbacho F y Sigüenza JA (2000) Fast
response and temporal coherent oscillations in small world networks. Phys Rev
Lett 84:2758-61
Milgram S (1967) The small-world problem. Psychology Today 1:61-7
Sigman M y Cecchi GA (2002) Global organization of the word net lexicon. Proc
Natl Acad Sci USA 99:1742-7
Strogatz SH (2001) Exploring complex networks. Nature 410:268-76
Watts DJ y Strogatz SH (1998) Collective dynamics of 'small world' networks.
Nature 393:440-2
Watts DJ, Dodds PS & Newman MEJ (2002) Identity and search in social networks.
Science 296:1302-5
Luis M. Martínez
Grupo de Neurociencia y Control Motor (NEUROCOM).
Departamento de Medicina. Área de Fisiología
Facultad de Ciencias de la Salud.
Campus de Oza, 15006. A Coruña.
La ciclooxigenasa es un enzima clave en la producción
de las prostaglandinas, de la que existen dos isoformas distintas. La ciclooxigenasa-1
participa en la síntesis de las prostaglandinas implicadas en la regulación
de un elevado número de mecanismos fisiológicos, por lo que es
considerada como la isoforma "constitutiva". Por su parte, la ciclooxigenasa-2
es conocida como la isoforma "inducible" debido a que interviene en
la producción de las prostaglandinas responsables de los procesos inflamatorios.
Sin embargo, la ciclooxigenasa-2 también participa en la regulación
de diferentes procesos fisiológicos. En el artículo de Ruth López
y Javier Salazar se resumen algunas de las evidencias que demuestran la participación
de la ciclooxigenasa-2 en la regulación de la función hemodinámica
y excretora renal.
IMPORTANCIA DE LA CICLOOXIGENASA-2
EN LA REGULACIÓN DE LA FUNCIÓN RENAL
Ruth López Hernández
y F. Javier Salazar Aparicio
Los prostanoides son una familia
diversa de autacoides que ejercen un gran número de funciones fisiológicas.
Estas sustancias derivan del ácido araquidónico que, por acción
de la ciclooxigenasa (COX), da lugar a prostaglandina G2 (PGG2) y ésta
es posteriormente transformada en distintos prostanoides bioactivos: PGE2, PGF2a
y PGD2, tromboxano A2 y PGI2. Actualmente se sabe que existen dos isoformas
del enzima COX (COX-1 y COX-2) que están codificadas por distintos genes
(1). Al ser descubierta la existencia de estas dos isoformas, y después
de llevar a cabo un importante número de trabajos de investigación,
se demostró que la COX-1 se expresa de forma constitutiva en multitud
de tejidos y células del organismo y que interviene en la producción
de PG que regulan muchos mecanismos fisiológicos, como por ejemplo la
protección de la mucosa gastrointestinal y la activación de la
agregación plaquetaria por el TXA2. Por su parte, la COX-2 sólo
se expresaría cuando se producen estímulos inflamatorios y por
ello esta isoforma únicamente sería responsable de la producción
de PG involucradas en los estados dolorosos e inflamatorios. Sin embargo, posteriormente
se ha demostrado que la COX-2 también se expresa de forma constitutiva
en varios órganos, entre los que se puede citar a los riñones.
La COX-2 se expresa de forma constitutiva tanto en corteza como en médula
renal (mácula densa, asa ascendente gruesa de Henle y células
intersticiales de la médula renal, etc.) y su actividad renal está
regulada por distintos estímulos fisiológicos, como son los cambios
en la ingesta de sodio, y por variaciones en la concentración de distintas
hormonas vasoactivas (1, 3). La importancia de la COX-2 en la regulación
de la función renal ha sido confirmada en estudios en los que se han
analizado los efectos inducidos por la administración de un inhibidor
selectivo de la COX-2. En esta revisión se analizarán de forma
breve algunas evidencias, indicando que los metabolitos derivados de la COX-2:
a) juegan un papel importante en la regulación aguda y prolongada de
la hemodinámica renal y que esta importancia es mayor cuando la ingesta
de sodio es baja; b) modulan la vasoconstricción renal inducida por norepinefrina
(NE), angiotensina II (Ang II) y endotelina; c) median la acción de algunos
vasodilatadores como bradikinina (BK); d) protegen a la vasculatura renal de
los efectos hemodinámicos secundarios a la disminución en la producción
endógena de óxido nítrico (NO) y e) intervienen en la regulación
aguda pero no crónica de la capacidad excretora renal.
COX-2 y hemodinámica renal.
El descubrimiento de que la COX-2 se expresa de forma constitutiva en glomérulo,
vasa recta, mácula densa, segmento grueso ascendente del asa de Henle
(TALH) y en células intersticiales medulares (1), constituyó una
de las primeras indicaciones de que los metabolitos derivados de COX-2 pueden
intervenir en la regulación de la hemodinámica renal. Esta expresión
varía en respuesta a estímulos fisiológicos como la variación
en la ingesta de sodio, de forma que el descenso de su ingesta provoca un aumento
significativo de COX-2 en la corteza renal y el aumento de la ingesta de sodio
da lugar a un descenso en la expresión de COX-2 en la corteza renal y
a un incremento importante de esta isoforma en la médula renal (1). La
importancia de la COX-2 en la regulación de la hemodinámica renal
se ha confirmado en estudios que han evaluado los efectos de la inhibición
aguda y crónica de la COX-2. Así, se ha observado que los metabolitos
derivados de la COX-2 no parecen jugar un papel muy importante en la regulación
de la hemodinámica renal cuando la ingesta de sodio es normal, porque
la inhibición aguda de su actividad no modifica la hemodinámica
renal y la inhibición prolongada solo provoca un pequeño pero
significativo descenso de flujo sanguíneo renal (FSR) (3, 5). El hecho
de que la inhibición de ambas isoformas de la COX provoque una mayor
vasoconstricción renal que la inhibición de la COX-2 sugiere que
ambas isoformas de la COX están implicadas en la regulación de
la hemodinámica renal cuando la ingesta de sodio es normal. Esta idea
está apoyada por resultados obtenidos a nivel experimental y clínico
(3).
Los metabolitos derivados de la COX-2 sí intervienen de forma muy importante
en la regulación de la hemodinámica renal cuando la ingesta de
sodio es baja. Cuando esto ocurre, la expresión de COX-2 aumenta en la
corteza renal y su inhibición provoca un descenso muy significativo del
FSR y de la tasa de filtración glomerular (TFG) (1, 5). Además,
se ha propuesto que en estas condiciones la COX-2 sería la única
isoforma de COX implicada en la producción de las PG que intervienen
en la regulación de la hemodinámica renal. La razón es
que la expresión de COX-1 disminuye cuando la ingesta de sodio es baja
(1).
La vasoconstricción renal inducida por el descenso de producción
de metabolitos derivados de COX-2 parece ser secundaria tanto a la disminución
de estos metabolitos como a los efectos inducidos por otros vasoconstrictores
cuyos niveles están aumentados cuando la ingesta de sodio es baja. Estos
vasoconstrictores son el ácido 20-hidroxieicosatetranoico y la norepinefrina
(NE). En apoyo de la idea de que los niveles endógenos de NE pueden ser
parcialmente responsables de la vasoconstricción inducida por la inhibición
de la COX-2, se ha observado que la actividad simpática renal está
aumentada cuando la dieta de sodio es baja y que las PG derivadas de COX-2 modulan
la vasoconstricción renal inducida por la NE (2). La activación
de la COX-2 por la NE está mediada por el NO (ver figura 1).
Los metabolitos derivados de COX-2 intervienen en la regulación de la
hemodinámica renal no sólo cuando la ingesta de sodio es baja
o normal, sino también cuando esta ingesta es elevada, ya que la inhibición
prolongada de COX-2 en estas condiciones provoca un pequeño pero continuo
descenso del FSR (5). La importancia de la COX-2 en la regulación de
la hemodinámica renal cuando la ingesta de sodio es elevada, a pesar
de que su expresión disminuye en la corteza renal (1), podría
ser debida a un aumento de su actividad enzimática. Esta hipótesis
está avalada por estudios que demuestran que la producción renal
de óxido nítrico (NO) aumenta cuando lo hace la ingesta de sodio
(6) y por numerosas evidencias que indican que los aumentos de NO provocan un
incremento de actividad de COX-2 (3).
Interacción con otros mecanismos
de regulación.
Como ya se ha mencionado anteriormente, varios estudios han demostrado que la
actividad renal de COX-2 es mayor en aquellas situaciones en las que aumenta
la producción de NO y que los metabolitos derivados de COX-2 modulan
la vasoconstricción inducida por NE en la corteza renal. Además,
se ha observado que estos metabolitos reducen el efecto hemodinámico
producido por aumentos de Ang II y endotelina, median la vasodilatación
renal inducida por BK y protegen a la vasculatura renal de la vasoconstricción
secundaria al descenso de NO. El efecto protector de la COX-2 sobre la vasculatura
renal ante el aumento de distintas hormonas vasoactivas es selectivo y no secundario
al descenso del FSR. Esta idea está apoyada por el hecho de que la vasoconstricción
en la corteza renal inducida por endotelina sí es mayor cuando la COX-2
está inhibida, pero el incremento de resistencia vascular renal provocado
por Ang II no se modifica cuando se inhibe previamente la COX-2. Los metabolitos
derivados de la COX-2 sí modulan la vasoconstricción en médula
renal producida por Ang II, ya que esta hormona provoca un mayor descenso de
flujo medular cuando la actividad de COX-2 está inhibida.
La importancia de la COX-2 en la mediación del efecto hemodinámico
inducido por vasodilatadores como BK fue demostrada en un estudio en el que
se observó que el descenso de resistencia vascular renal provocada por
BK se reduce de una forma muy significativa cuando la COX-2 está inhibida
mediante la administración intrarrenal de un inhibidor selectivo para
COX-2 y no se modifica cuando se inhibe la COX-1 (3).
La mayor relevancia de los metabolitos derivados de la COX-2 cuando la producción
de NO está disminuida ha sido demostrada en varios estudios (3, 5). En
un trabajo reciente (5), se ha observado que la administración prolongada
de un inhibidor selectivo para COX-2 sólo provoca un pequeño descenso
del FSR cuando la producción de NO no está alterada, pero provoca
una disminución muy importante de FSR y TFG cuando la síntesis
de NO está disminuida. Estos estudios sugieren que la COX-2 protege a
la vasculatura renal de la vasoconstricción secundaria a un descenso
prolongado de NO mediante la producción de PG vasodilatadoras que reducen
dicha vasoconstricción (Figura 2). En ese efecto protector no participa
la COX-1 (3). Nuevos estudios deben de analizar los mecanismos intrínsecos
por los que tanto el aumento como el descenso de NO provocan un incremento en
la producción de metabolitos derivados de COX-2.
Uno de los mecanismos en los que los metabolitos derivados de la COX-2 juegan
un papel más importante es en la regulación de la secreción
de renina. La participación de las PG en la regulación de la secreción
de renina es bien conocida desde hace muchos años (4), pero sólo
recientemente se ha demostrado que estas PG son producidas en la vía
de la COX-2. Esta participación está favorecida por el hecho de
que la COX-2 se expresa de forma constitutiva sobre todo en mácula densa
y células del TALH y, por lo tanto, las PG producidas como consecuencia
de su acción tienen un rápido y fácil acceso a las células
yuxtaglomerulares productoras de renina. La implicación de la COX-2 en
la regulación de la secreción de renina ha sido demostrada en
estudios en los que se ha observado que la expresión de COX-2 en mácula
densa aumenta en diversas situaciones (hipovolemia, hipertensión renovascular
y administración de un inhibidor del enzima de conversión, IECA),
en las que está elevada la secreción de renina. En estos estudios
también se ha demostrado que la inhibición prolongada de COX-2
reduce de forma clara la secreción de renina. La participación
de la COX-2 en la regulación de la secreción de renina ha sido
confirmada por estudios realizados en ratones con deleción del gen para
COX-2. Se observó que tras el tratamiento con un IECA, los ratones -/-
para COX-2 no mostraron ningún cambio ni en la expresión cortical
de COX-2 ni en la secreción y expresión de renina. Por su parte,
los ratones +/+ para COX-2 sí mostraron un aumento significativo de la
expresión de COX-2 y en la secreción y expresión de renina
después de ser tratados con el IECA.
La interacción entre la COX-2 y el sistema renina-angiotensina ha sido
demostrada no sólo en estudios en los que se ha observado que la COX-2
regula la secreción de renina, sino también en otros en los que
se ha demostrado que la Ang II actúa inhibiendo la expresión de
COX-2 en la corteza renal (Figura 3). Tradicionalmente, se ha pensado que el
mecanismo directo por el que la Ang II reduce la secreción de renina
es mediante la acción de la Ang II sobre receptores situados en las células
yuxtaglomerulares. Sin embargo, el desarrollo de estudios genéticos en
los que se modificó la distribución de los receptores AT1 ha cuestionado
la idea de que estos receptores sean el factor determinante para el feedback
negativo ejercido por la Ang II sobre la secreción de renina. Actualmente,
se piensa que la Ang II también reduce la secreción de renina
por su acción sobre la expresión de COX-2, de forma que el descenso
de actividad de COX-2 como consecuencia del incremento de Ang II también
sería responsable de la disminución de la secreción de
renina (Figura 3).
COX-2 y capacidad excretora renal.
Los metabolitos de la COX-2 ejercen una importante función en la regulación
de la función excretora renal, pero esa función parece ser evidente
sólo a corto plazo. Cuando se inhibe la COX-2 de forma prolongada, la
eliminación urinaria de sodio (EUNa) disminuye durante las primeras 24-48
horas y posteriormente vuelve a los niveles basales (3, 5). Este efecto transitorio
podría explicarse por la activación de otros sistemas de regulación
que actúan a más largo plazo y que compensan el efecto antinatriurético
provocado por el descenso en la producción de metabolitos derivados de
la COX-2. El descenso transitorio de EUNa durante la inhibición de la
COX-2 parece ser secundario, al menos en parte, a un aumento de reabsorción
de sodio en el túbulo proximal y en otros segmentos distales de la nefrona
(3). Además, la acción de los metabolitos derivados de la COX-2
sobre la eliminación de sodio y agua podría ser debida a su efecto
sobre el flujo sanguíneo medular, ya que esta isoforma se expresa de
forma constitutiva en las células intersticiales medulares, vasa recta
y papila renal y es bien conocido el efecto de las PG sobre el flujo sanguíneo
medular y la eliminación de sodio (1, 4).
1. Harris RC y Breyer MD (2001) Physiological
regulation of cyclooxygenase-2 in the kidney. Am J Physiol Renal Physiol 281:F1-11
2. Llinás MT, López R, Rodríguez F, Roig F y Salazar FJ
(2001) Role of COX-2-derived metabolites in regulation of the renal hemodynamic
response to norepinephrine. Am J Physiol Renal Physiol 281:F975-82
3. López R, Roig F, Llinás MT y Salazar FJ (2003) Role of cyclooxygenase-2
in the control of renal hemodynamics and excretory function. Acta Physiologica
Scandinavica (in press)
4. Navar LG, Inscho EW, Majad DSA, Imig JD, Harrison-Bernard LM y Mitchell KD
(1996) Paracrine regulation of the renal microcirculation. Physiol Rev 76:425-536
5. Roig F, Llinás MT, Lopez R y Salazar FJ (2002) Role of cyclooxygenase-2
in the prolonged regulation of renal function. Hypertension 40:721-8
6. Salazar FJ y Llinás MT (1996) Role of nitric oxide in the control
of sodium excretion. News in Physiological Sciences 11:62-7
Ruth López Hernández
y F. Javier Salazar Aparicio
Departamento de Fisiología
Facultad de Medicina, Universidad de Murcia
30100 Murcia
Teléfono: 968.364.881
Fax: 968.364.150
salazar@um.es
|