Untitled Document
[REGULACIÓN DE LA CIRCULACIÓN CORONARIA] [ORGANIZACIÓN MORFOFUNCIONAL DE LOS GANGLIOS BASALES]
La alteración
en el funcionamiento de los diferentes mecanismos que participan en la regulación
coronaria constituye una de las principales causas de muerte en los países
industrializados. En la breve revisión del Dr. García Villalón
se presentan los conocimientos recientes en relación con estos mecanismos,
y se reusmen los hallazgos más importantes procedentes de diversos grupos
de investigación.
REGULACIÓN DE LA CIRCULACIÓN CORONARIA
A.L. García Villalón
La circulación coronaria tiene
un enorme interés tanto básico como clínico, porque las
enfermedades coronarias representan la principal causa de mortalidad en los
países más avanzados. La circulación coronaria tiene tres
características esenciales: a) es única porque riega el órgano
que genera la presión arterial de toda la circulación, por lo
que la alteración de la circulación coronaria puede alterar la
función cardiaca y en consecuencia la presión arterial; b) el
miocardio es un órgano esencialmente aerobio por lo que su función
depende del aporte de O2 y c) tiene capacidad para desarrollar una circulación
colateral que puede salvar la vida de los pacientes que sufran isquemia de miocardio
(Opie et al., 1998).
Regulación del flujo sanguíneo
coronario.
Los mecanismos que intervienen en esta regulación ejercen sus acciones
sobre las arteriolas cuyo diámetro es < 450 µm. Estos vasos
de resistencia tienen una cierta especialización según su tamaño,
porque en líneas generales se considera que la vasodilatación
metabólica ocurre en arteriolas de diámetro < 50 µm,
la regulación miogénica ocurre en arteriolas de diámetro
entre 50 y 100 µm y la vasodilatación inducida por el flujo tiene
lugar en arteriolas de diámetro > 100-150 µm. Este sistema de
"válvulas" permite controlar el flujo de forma muy precisa,
ya que actúan en serie y de forma integrada (Muller et al., 1996). A
continuación se describen de forma resumida los mecanismos que intervienen
en la regulación del flujo coronario.
A) Presión arterial.
El principal factor responsable de la perfusión del miocardio es la presión
aórtica. Sin embargo, la presión realmente efectiva es la presión
de perfusión, que es la diferencia entre la presión aórtica
y la presión del seno coronario en muchas situaciones, pero no en todas.
Cuando la presión de la cavidad ventricular o la presión intramiocárdica
sobrepasan la presión venosa, la presión de perfusión es
la diferencia entre la presión aórtica y la presión intraventricular
o intramiocárdica.
Además de ser la fuerza impulsora para que la sangre circule, la presión
arterial "per se" puede modificar la resistencia vascular. Los aumentos
de presión arterial producen vasoconstricción, lo cual tiende
a mantener el flujo sanguíneo coronario constante, fenómeno conocido
como autorregulación y que también puede observarse en otros lechos
vasculares. Sin embargo, en el corazón la situación es más
complicada, porque los cambios de presión también afectan al metabolismo.
En una preparación de arteria coronaria aislada y perfundida sí
se observa autorregulación, pero in vivo los incrementos de presión
arterial se acompañan de aumento del flujo sanguíneo coronario,
porque aumenta el consumo de O2 del miocardio. La autorregulación puede
estar mediada por mecanismos miogénicos o por la liberación de
metabolitos vasodilatadores como el óxido nítrico (NO) liberado
por el endotelio.
B) Compresión extravascular.
Las mediciones indican que el flujo arterial a través de la pared del
ventrículo izquierdo es menor durante la sístole que durante la
diástole y ello se debe a la compresión vascular que se produce
durante la sístole (Figura 1). En condiciones normales, durante la sístole
la presión dentro del endocardio es mayor que dentro del epicardio y
el subendocardio recibe la mitad de flujo que el epicardio. Los datos bioquímicos
indican que en condiciones normales el subendocardio no está hipoperfundido,
pero sus niveles de O2 son algo más bajos que en el epicardio, lo cual
sugiere que aquél consume más O2. Esto hace que el subendocardio
sea más vulnerable y esté más expuesto a las lesiones isquémicas
cuando disminuye el flujo sanguíneo (estenosis aórtica, estenosis
coronaria, etc.). Los vasos subendocárdicos tienen algunos mecanismos
que pueden compensar en parte su desventajosa situación. Por ejemplo,
parece que la liberación de NO durante la hiperemia reactiva es mayor
en los vasos subendocárdicos que en los subepicárdicos y que la
sensibilidad al efecto vasodilatador de la adenosina es mayor en las arteriolas
subendocárdicas.
C) Regulación metabólica.
El flujo coronario está estrechamente acoplado al metabolismo del miocardio
y un cambio en el consumo de O2 conlleva una variación de la resistencia
vascular coronaria. Lo que no está claro es si el cambio de O2 per se
es el responsable de esa variación en la resistencia vascular coronaria.
El control metabólico local es el mecanismo regulador más importante
(Feigl, 1983). El aumento del metabolismo produce una disminución rápida
(< 1seg) de resistencia vascular coronaria y la oclusión coronaria
durante menos de 1 seg provoca un aumento del flujo coronario al ser liberada
esa oclusión (hiperemia reactiva) (Figura 2). Aunque no son bien conocidos
los mediadores que producen la vasodilatación coronaria cuando aumenta
el metabolismo cardíaco, se ha propuesto que ésta es debida a
un aumento de adenosina. Esta sustancia se produce en los miocitos cardiacos
cuando la degradación del ATP supera a su formación (hipoxia,
isquemia, incremento de las demandas energéticas del miocardio) porque
se activa la 5'-nucleotidasa que transforma el AMP en adenosina. La adenosina
actúa principalmente sobre arteriolas de diámetro < 100 µm
y activa los receptores purinérgicos P1, subtipo A2, e induce vasodilatación
que está mediada por AMPc. En general, se acepta que la adenosina actúa
como mediador del aumento del flujo coronario durante la hipoxia, isquemia o
hiperemia reactiva, pero es más dudoso su papel en condiciones fisiológicas
(reposo, ejercicio). Otros mediadores metabólicos propuestos son la prostaciclina,
la activación de canales de K+ sensibles al ATP, el K+, el NO, la disminución
de O2, el aumento de CO2 o el péptido auricular natriurético.
Recientemente, se ha propuesto que los canales de K+ y el NO desempeñan
un papel destacado en la vasodilatación metabólica. Los canales
de K+ sensibles al ATP (KATP) producen hiperpolarización de la membrana
de las células de músculo liso vascular y pueden mediar la vasodilatación
durante el ejercicio, taquicardia, hiperemia reactiva y durante la disminución
de la presión de perfusión. Aunque no está claro cuál
es la causa de la apertura de estos canales, se ha propuesto que en ella participa
la adenosina. Con respecto al NO, se ha observado que la vasodilatación
por aumento del metabolismo cardiaco se reduce o desaparece tras la inhibición
de su síntesis. Esta inhibición también puede disminuir
la duración de la hiperemia reactiva, pero no el pico máximo de
aumento de flujo.
D) Regulación endotelial.
El endotelio cumple una función clave en la regulación del tono
vascular al liberar sustancias vasodilatadoras (NO, factor hiperpolarizante,
prostaciclicina) y vasoconstrictoras (endotelina, prostanoides) (Noll y Lüscher,
1998) (Figura 3). En condiciones normales, la acetilcolina produce vasodilatación
coronaria por su acción sobre receptores muscarínicos endoteliales
y liberación de NO, pero si el endotelio esta dañado (p.e., en
aterosclerosis) la acetilcolina produce vasoconstricción debido a su
efecto directo sobre los receptores muscarínicos del músculo liso.
La trombina, serotonina, ADP, histamina y bradikinina y el incremento del flujo
sanguíneo (vasodilatación inducida por el flujo) también
pueden producir vasodilatación mediada por NO.
La prostaciclina es otro vasodilatador coronario y se produce en el endotelio
a través de la vía de la ciclooxigenasa, pero su papel en el control
del tono vascular coronario no está claro. La producción de prostaciclina
en la circulación coronaria en condiciones basales parece ser muy baja,
pero puede estar incrementada en los enfermos con aterosclerosis. En estos pacientes,
la inhibición de la ciclooxigenasa con aspirina disminuye tanto el flujo
coronario basal como la vasodilatación inducida por el aumento del flujo.
Lo anterior sugiere que en estos casos, la prostaciclina sí contribuye
al mantenimiento del tono vascular coronario y a la vasodilatación inducida
por el aumento del flujo.
El factor hiperpolarizante derivado del endotelio (EDHF) no está aún
identificado y podría ser una sustancia o un conjunto de sustancias producidas
por el endotelio en respuesta al mismo tipo de estímulos que el NO. Una
de las sustancias propuestas es un derivado del ácido araquidónico
por la vía del citocromo P450, pero también podría ser
la anandamida o el mismo ión K+. El EDHF produce hiperpolarización
del músculo liso vascular activando canales de K+ y aunque el tipo específico
de canal implicado no está dilucidado, éste no parece ser del
subtipo KATP.
Parece ser que existe un balance entre el NO y la prostaciclina y/o el EDHF,
de manera que la liberación de estos dos últimos factores aumenta
cuando está disminuida la producción de NO. Por este motivo, se
ha sugerido que estos factores endoteliales actuarían como sistemas de
reserva para suplir el déficit de NO cuando éste está disminuido.
El endotelio vascular en general, y el coronario en particular, también
puede liberar sustancias vasoconstrictoras. Una de ellas es la endotelina-1,
cuyo efecto vasoconstrictor es duradero y muy potente. Su producción
basal parece ser pequeña y su papel en la regulación de la circulación
coronaria en condiciones normales es dudoso. Sin embargo, su producción
parece estar aumentada en pacientes con enfermedades que cursan con lesión
del endotelio y además en estos casos el efecto de la endotelina-1 se
ve potenciado porque está disminuida la producción de NO. Este
péptido ejerce sus efectos vasculares a través de la activación
de receptores ETA y ETB presentes en el músculo liso y a través
de receptores ETB localizados en el endotelio. Es posible que en condiciones
normales el efecto dominante de la endotelina-1 sea el ejercido sobre el endotelio
y produzca vasodilatación y en condiciones patológicas predomine
el efecto sobre los receptores ETA del músculo liso y produzca vasoconstricción.
Debido a esto, se ha implicado a este péptido en la vasoconstricción
excesiva o vasoespasmo coronario que se produce en algunas situaciones patológicas.
La endotelina-1, además de vasoconstricción, induce proliferación
del músculo liso vascular, adhesión y reclutamiento de leucocitos,
desempeñando así un papel en la aterogénesis.
E) Regulación nerviosa.
Las arterias coronarias tienen una densa inervación simpática,
parasimpática y sensorial (Opgaard et al., 1997) que intervienen en la
regulación del flujo sanguíneo coronario, complementando la acción
de los factores locales. El estudio del control nervioso de la circulación
coronaria es complicado, porque actúa directamente sobre los vasos coronarios
y el metabolismo cardiaco y no es fácil separar ambos efectos. Las terminaciones
simpáticas contienen y liberan neurotransmisores vasoconstrictores, como
noradrenalina, neuropéptido Y y ATP, pero por otro lado la estimulación
simpática aumenta el metabolismo cardiaco porque produce taquicardia
y aumento de contractilidad mediados por receptores b-adrenérgicos y
esto induce vasodilatación coronaria. Por ello, los efectos directo e
indirecto están en competición. En condiciones normales predomina
el efecto indirecto (aumento del flujo), pero si la estimulación simpática
se realiza después de bloquear los receptores b-adrenérgicos se
observa vasoconstricción coronaria y disminución del flujo coronario,
por la activación de los receptores a-adrenérgicos de la pared
vascular. Por otro lado, la vasoconstricción simpática está
parcialmente modulada por el NO y, por este motivo, en los pacientes con ateromatosis
la activación simpática puede provocar un descenso de flujo sanguíneo
coronario. En estos casos el efecto vasoconstrictor no está contrarrestado
por el NO, cuya liberación está disminuida. En las arterias coronarias
también pueden existir receptores adrenérgicos b vasodilatadores,
que son del subtipo b1 en las arterias de conductancia y b2 en la arterias de
resistencia, pero habitualmente predomina el efecto vasoconstrictor adrenérgico
a. De forma semejante, la activación vagal produce vasodilatación
directa y vasoconstricción indirecta por disminución del metabolismo
cardíaco. Pero si hay ateromatosis coronaria, el efecto directo de la
estimulación vagal es vasoconstrictor.
En las arterias coronarias también existen terminaciones nerviosas sensoriales
que contienen y liberan sustancia P y CGRP. Estos péptidos son vasodilatadores
y pueden contribuir a mantener el flujo sanguíneo en situaciones patológicas
que estimulen estas terminaciones. Se ha observado que la estimulación
eléctrica de la médula espinal mejora la isquemia miocárdica,
lo cual podría ser debido a vasodilatación mediada por la activación
de las terminaciones sensoriales.
F) Regulación humoral.
Los mecanismos humorales se refieren a los mediados por substancias que circulan
en plasma, siendo muchas de ellas (angiotensina II, vasopresina, endotelina)
potentes vasoconstrictores. La función fisiológica de estas sustancias
es motivo de controversia, porque sus concentraciones en plasma son normalmente
menores de las que provocan vasoconstricción en el laboratorio. Sin embargo,
estas sustancias también se pueden producir en la pared vascular y actuar
de forma paracrina sobre el endotelio y músculo liso vecinos, por lo
que sus niveles plasmáticos no son un buen indicador de su función
fisiológica y por ello es difícil distinguir entre su función
sistémica y su función local paracrina. La vasopresina tiene interés
porque su secreción aumenta en algunas circunstancias (p.e., deshidratación,
hemorragia) y produce una marcada vasoconstricción coronaria. Los efectos
vasculares coronarios de estas substancias están modulados por el endotelio
y la eliminación del endotelio o la inhibición de la síntesis
de NO produce una marcada potenciación de sus efectos vasoconstrictores.
Otros factores, como la hipertensión, la diabetes, o los niveles de hormonas
sexuales también pueden modificar la respuesta a estos vasoconstrictores
en un sentido o en otro.
En resumen, en los vasos coronarios
están actuando simultáneamente estímulos vasodilatadores
y vasoconstrictores, los cuales están en un delicado equilibrio en condiciones
normales. Falta por conocer cómo interaccionan unos estímulos
con otros durante la regulación de la circulación coronaria: por
ejemplo, cómo los factores metabólicos y endoteliales modulan
la respuesta a la estimulación nerviosa y a las sustancias humorales
y paracrinas y cómo esa interacción se altera en condiciones patológicas.
Fisiopatología.
La isquemia coronaria se caracteriza por un desequilibrio entre el aporte y
la demanda de O2 por el miocardio (Ganz y Ganz, 2001). Esto puede ocurrir cuando
se reduce el flujo coronario (espasmo coronario, estenosis/trombosis coronaria)
y entonces se llama isquemia de bajo flujo. En otros casos, habitualmente en
presencia de una obstrucción parcial, el flujo coronario es insuficiente
para atender las demandas del miocardio cuando éstas están aumentadas
(ejercicio, taquicardia, estados emocionales) y entonces se llama isquemia de
alto flujo o de demanda. En la mayoría de los casos, el desencadenante
de la isquemia es la coexistencia de la disminución del aporte y del
aumento de la demanda de O2. La principal causa de isquemia coronaria es la
estenosis/obstrucción coronaria por la formación de una placa
de ateroma o de un trombo en la luz del vaso. En estos casos, además,
las alteraciones de la función vasomotora coronaria pueden contribuir
a la isquemia, y esto explicaría por qué la gravedad de la isquemia
no siempre se correlaciona con el tamaño de la placa. Entre otros factores,
la ateromatosis se acompaña de una disfunción endotelial, que
conlleva una disminución de la vasodilatación y un aumento de
la vasoconstricción, lo cual contribuiría a la isquemia coronaria.
Feigl EO (1983) Coronary Physiology.
Physiol Rev 63:1-205
Ganz P y Ganz W (2001) Coronary blood flow and myocardial ischemia. En: Heart
Disease: A Textbook of Cardiovascular Medicine. Saunders, Philadelphia; pp 1087-113
Muller JM, Davis MJ y Chilian WM (1996) Integrated regulation of pressure and
flow in the coronary microcirculation. Cardiovasc Res 32:668-78
Noll G y Lüscher TF (1998) The endothelium in acute coronary syndromes.
Eur Heart J 19(Suppl. C):C30-8
Opie LH (1998) Oxygen supply: Coronary blood flow. En: The Heart: Physiology,
from Cell to Circulation. Lippincott-Raven, Philadelphia; pp 267-93
Opgaard OS, Gulbekian S y Edvisson L (1997) Innervation and effects of vasoactive
substances in the coronary circulation. Eur Heart J 18:1556-68
Angel Luis García Villalón
Departamento de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad Autónoma
C/ Arzobispo Morcillo, 2
28029 Madrid
Teléfono: 913.975.412
angeluis.villalón@uam.es
Los ganglios basales (GB) son un conjunto de centros
meso-telencefálicos densamente interconectados y que forman una unidad
funcional. Están conectados de forma circular con toda la corteza cerebral,
desde donde reciben información a través del estriado, devolviéndola
a su origen en la corteza a través del talamo y tras pasar sucesivamente
por un cada uno de sus centros. Los GB realizan importantes y variadas funciones
motoras, participando también en otras funciones corticales como el procesamiento
de la información sensorial y la integración de funciones complejas
como la organización de la atención, el lenguaje y el pensamiento.
El modelo funcional de los GB ha progresado notablemente en los últimos
10 años, pero aún no permite entender la tarea especifica de estas
estructuras en las distintas funciones que realiza ni su modo de funcionamiento.
El siguiente artículo constituye un intento riguroso de actualizar los
datos existentes.
ORGANIZACIÓN MORFOFUNCIONAL DE LOS GANGLIOS BASALES
Manuel Rodríguez Díaz
Los ganglios basales (GB) están
formados por un conjunto de centros altamente interconectados que participan,
junto con el sistema piramidal y el cerebelo, en la organización central
del control motor. Clásicamente fue denominado por exclusión como
sistema extrapiramidal (control motor no piramidal), pero su implicación
en funciones no motoras y la conveniencia de una definición positiva
han recomendado su denominación actual. No obstante, conviene resaltar
que la denominación ganglios basales es confusa, ya que siendo un termino
"anatómico" hace referencia a un conjunto de estructuras agrupadas
con criterios "fisiológicos". Los morfólogos suelen
denominar como ganglios basales a todos los núcleos telencefálicos
subcorticales, incluyendo aquellos que como la amígdala no forman parte
funcional del complejo de estructuras al que nos referimos. Además, quedan
fuera estructuras mesencefálicas que, como la substantia nigra, son parte
esencial del sistema. Por tanto, al referirnos a los GB incluimos, junto a distintos
núcleos subcorticales del telencéfalo, algunos centros mesodiencefálicos
y del tronco cerebral con los que éstos interaccionan para la realización
común de tareas.
Organización morfofuncional
de los Ganglios Basales.
Los principales centros que componen los GB son los núcleos caudado y
putamen (denominados conjuntamente como estriado), el n. pálido (segregado
en pálido externo -GPe- e interno -GPi- según criterios funcionales
y de conectividad), el n. subtalámico (NST), la substantia nigra (SN,
denominada así por la melanina contenida en algunas de sus células),
algunas regiones del tálamo motor (principalmente el n. ventral lateral,
el complejo ventromediano-parafascicular) y diversos centros del tronco cerebral
(n. pedúnculo-pontino, n. mesencefálico profundo, colículos
anteriores, etc.). Los GB están intensamente interconectados por un gran
número de proyecciones (1). De entre todas ellas, la Figura 1 muestra
aquellas que por su densidad y relevancia funcional son hoy consideradas como
el substrato principal para el trasiego de información en los GB (2).
La mayor parte de la información que llega a los GB lo hace desde la
corteza cerebral mediante las proyecciones córtico-estriatales glutamatérgicas
(GLUérgicas). El estriado es, por tanto, la principal puerta de entrada
de información a los GB, recibiendo aferencias no sólo desde el
córtex premotor y motor, sino también desde todo el resto de la
corteza cerebral (cortezas sensitivas, áreas de asociación, corteza
frontal, áreas temporales, áreas del lenguaje, etc.). Las regiones
más basales del estriado son inervadas también por núcleos
del sistema límbico implicados en la emoción. La principal célula
estriatal es la neurona espinosa de tamaño medio, célula inicialmente
descrita por Cajal y que representa el 96% de todas las neuronas que se tiñen
con Golgi en el estriado (3). Cada una de estas células dispone de 30.000
espinas dendríticas (la mitad de las cuales reciben aferencias desde
la corteza) y es inervada por varios miles de neuronas corticales (4). Son células
GABAérgicas con un patrón de actividad caracterizado por largos
periodos de silencio interrumpidos por periodos de actividad que se prolongan
durante varios segundos (5, 6). Estas neuronas presentan una intensa inervación
colateral inhibitoria entre ellas y precisan de la acción simultánea
de un alto número de aferencias corticales GLUérgicas para abandonar
transitoriamente su silencio espontáneo. Estas neuronas son consideradas
como el substrato principal para el procesamiento de información en los
GB (7), desde donde envían eferencias hacia la SN y el GPi (vía
directa) o al GPe (inicio de la vía indirecta). La vías directa
e indirecta son las rutas principales de tránsito de la información
a través de los GB hacia la SN reticulata (SNr) y el GPi, estructuras
consideradas como las puertas de salida de los GB (8). La vía indirecta
es multisináptica, estando compuesta por las aferencias GABAérgicas
provenientes de las neuronas espinosas de tamaño medio estriatales que
inervan neuronas GABAérgicas del GPe, las cuales proyectan sobre neuronas
GLUérgicas del NST que finalmente inervan la SN y el GPi. Las células
GABAérgicas de la SN y del GPi proyectan a distintos núcleos del
tálamo motor que, mediante células GLUérgicas, devolverán
la información a la región cortical de la que proceden. Se trata,
por tanto, de circuitos cerrados que mantienen la información cortical
segregada y circulando repetidamente por las mismas rutas (9), por lo que cada
región de la corteza dispone de un lugar específico en cada uno
de sus centros (el homúnculo sensitivo y motor puede ser identificado
en núcleos como el NST o el GPi).
A este esquema básico hay que añadir algunas puntualizaciones:
1) una parte de las neuronas GABAérgicas de la SN y del GPi proyectan
a diversas estructuras premotoras del tronco cerebral (PPN, colículos...)
y no revierte hacia la corteza cerebral, lo cual evidencia que no toda la actividad
de los GB es circular; 2) el NST también recibe aferencias GLUérgicas
directas desde la corteza cerebral; 3) las rutas comentadas se completan con
numerosos circuitos locales que conectan de forma recíproca la mayor
parte de los GB (10) y 4) la SN en su parte compacta (SNc) contiene células
DAérgicas que proyectan al estriado modulando la acción de las
aferencias corticales (11). Estas células (70.000 en cada SN) emiten
una elevada cantidad de botones sinápticos en el estriado (400.000/célula),
ejerciendo una intensa acción moduladora sobre las neuronas espinosas
de tamaño medio (12, 13). Las neuronas DAérgicas nigroestriatales
son posiblemente las células de los GB mas conocidas, ya que su degeneración
es el substrato principal de la enfermedad de Parkinson (EP). Estas células
actúan a lo largo de todo el estriado, emiten colaterales que terminan
inervando otros GB (NST, GPi, tálamo, etc.) y presenta regulación
interhemisférica (14, 15) con lo cual su degeneración desencadena
alteraciones funcionales no solo en el estriado ipsilateral, sino también
en los otros núcleos de los GB ipsi- y contra-laterales a la lesión.
Además, y tomando en consideración la estructura circular de la
organización de los GB, modificaciones en cualquiera de sus centros desencadenan
cambios funcionales en el resto, lo cual obliga a considerar a los GB como una
unidad funcional indisoluble (16).
Funciones generales de los Ganglios
Basales.
Los datos fisiológicos y clínicos disponibles sugieren la participación
de los GB en la mayor parte de las funciones corticales, incluyendo no sólo
sus funciones motoras, sino también el análisis de la información
sensitiva y la organización de tareas complejas como el lenguaje y el
pensamiento. Además, en su interacción con el sistema límbico
los GB participan en la expresión motora de los estados emocionales.
La participación simultanea en tal diversidad de tareas y la circunstancia
de que todas ellas son intensamente compartidas con otras regiones del cerebro
dificulta el análisis del papel específico de los GB. Además,
una parte significativa de la información disponible está basada
en estudios en pacientes con daño neurológico, lo cual supone
una limitación añadida para el análisis del papel específico
de estos centros y de sus mecanismos íntimos de actuación.
Funciones motoras de los ganglios
basales.
Las funciones más conocidas de los GB son las motoras. Quizás
la causa principal son los dramáticos trastornos del movimiento inducidos
por las lesiones de los GB, los cuales con frecuencia ocultan anomalías
mas sutiles en sus otras funciones y dificultan su exploración.
Los GB juegan un papel esencial en la regulación de la "impulsividad
motora", modulando la latencia de inicio, velocidad, amplitud y número
de movimientos. Las lesiones en los GB pueden incrementar (hipercinesia) o disminuir
(hipocinesia) la impulsividad motora, así como retrasar en inicio y disminuir
la velocidad de ejecución de los movimientos (bradicinesia). La EP presenta
un buen ejemplo de baja impulsividad con reducción del número
de movimientos (se evitan los no imprescindibles como el "braceo al caminar"),
de la amplitud de los movimientos (respiración superficial, voz de baja
intensidad, micrografía...) y de la velocidad para inicial y culminar
los actos motores. A diferencia de la reducción de la fuerza muscular
observada en el síndrome piramidal (paresia), la baja impulsividad extrapiramidal
no impide la ejecución motora voluntaria, imprimiéndole sólo
una modulación anómala en su velocidad y/o amplitud. Además,
la hipo/bradicinesia puede revertirse en determinadas situaciones (cinesia paradójica:
recuperación transitoria de la motricidad normal en parkinsonianos sometidos
a estrés intenso), lo cual nunca ocurre en el síndrome piramidal.
La hipo/bradicinesia está directamente relacionada con los niveles estriatales
de DA, pudiendo ser desencadenada en animales mediante lesiones con neurotóxicos
DAérgicos (p.e., MPTP ó 6-hidroxidopamina) y revertida con agonistas
DAérgicos (17, 18). No obstante, la impulsividad motora debe ser considerada
como resultado global de la actividad circular de los circuitos córtico-subcorticales
de los GB. Por ello, los efectos motores de la degeneración DAérgica
pueden ser también revertidos actuando sobre otros GB como GPi y el NST
(19). En el otro extremo de la "impulsividad motora" tenemos las hipercinesias,
de las cuales existen numerosos ejemplos que resultan de la lesión de
alguno de los GB (corea, balismo, atetosis, etc.). Estos trastornos cursan con
el incremento del número (movimientos involuntarios), amplitud y velocidad
de algunos movimientos. Estos trastornos pueden observarse en muy diversas patologías
de los GB o tras lesión experimental en alguno de estos centros en animales
de experimentación (p.e., la lesión o el bloqueo con agonistas
GABAérgicos del n. subtalámico induce corea en primates).
Los GB también participan en la selección del patrón motor
más adecuado para cada situación. Antes del inicio de cualquier
movimiento se hace imprescindible la evaluación de posibles alternativas
motoras y la elección de la más adecuada, para seguidamente activar
el patrón elegido e inhibir el resto. Esta actividad premotora se produce
como consecuencia de la interacción entre diversas regiones de la corteza
cerebral (área motora suplementaria, corteza parietal posterior...) (20)
y los GB. Lesiones experimentales de los GB pueden alterar la elección
del patrón motor, induciendo, por ejemplo, persistencia motora (elección
repetida del mismo patrón). La administración de agonistas DAérgicos
puede inducir elecciones erráticas de fracciones de un patrón
motor, que se repiten de forma persistente y que contaminan el conjunto de la
conducta motora. Estos patrones inadecuados han sido observados tanto en animales
de experimentación (estereotipias, masticación sin objeto o "vacuous
jaw movements"...) como en distintas patologías humanas (disquinesias
de la EP, tics..) y con frecuencia están asociados a una hiperactividad
DAérgica en zonas específicas del estriado (17). Como consecuencia
de la estructura circular de los GB, esta hiperactividad desencadena modificaciones
en otros centros (NST y GPi) que serían los responsables inmediatos de
alteraciones en la selección de patrones motores (21). De hecho, la lesión
estereotáxica de estos otros GB está siendo actualmente utilizada
para el control de las disquinesias (22).
Los GB también desempeñan otras funciones motoras, como la regulación
del tono muscular (p.e., la hipertonía "plástica" observada
en la EP), la modulación de distintos reflejos implicados en el mantenimiento
de la estática y en la génesis de la marcha (frecuentemente alterados
en la EP) y la expresión motora del estado emocional (mediante la interacción
del estriado ventral con distintos centros límbicos). Algunos estudios
muestran como las lesiones de los GB pueden interrumpir los patrones motores
asociados a la motivación (cópula. agresión, etc.), afectando
a la comunicación "no verbal" en el caso del ser humano (23).
Un ejemplo especialmente llamativo es la pérdida de la expresividad facial
("cara de póquer") y la depresión frecuentemente observadas
en la EP (24) y que antes de la descripción clínica de la enfermedad
fue frecuentemente mal interpretada como un signo de demencia. En el otro extremo
está el síndrome Tourette, un tic complejo producido por el aumento
de receptores estriatales de DA y que conlleva la expresión motora exaltada
e inevitable de los estados afectivos.
Funciones no motoras de los ganglios
basales.
Junto con las tareas motoras comentadas, los GB participan en numerosas funciones
no motoras, inicialmente atribuidas de forma exclusiva a la corteza cerebral.
El estriado recibe información visual, auditiva, táctil y propioceptiva
procedente de la corteza cerebral y de distintos centros subcorticales como
el tálamo y los colículos. Las regiones corticales implicadas
en el análisis de la información visual son un buen ejemplo de
la importancia de las proyecciones córticoestriatales, ya que cada una
de las 19 cortezas visuales clasificadas por Felleman y Van Essen (25) proyectan
al estriado. La existencia de proyecciones masivas córticoestriatales
y la amplia colateralización observada en algunos GB sugiere para éstos
un papel relevante en la integración multisensorial. La confluencia estriatal
de información sensitiva y motora sugiere que los GB podrían participar
en la selección de los aspectos de la información sensorial más
relevantes para la organización del movimiento (26). Esta posibilidad
está apoyada por las evidencias que implican a los GB en las respuestas
de orientación inducida por estímulos visuales o auditivos (27).
También existen evidencias que implican a los GB en las conductas de
orientación autogeneradas, conductas relacionadas con experiencias previas
y no los estímulos presentes en el momento de la activación del
patrón motor de orientación (28). En estas respuesta podrían
estar involucradas las aferencias estriatales provenientes de la corteza frontal
(29).
Los GB también participan en los mecanismos de atención vinculados
a la organización del movimiento, lo cual justifica la "negligencia
espacial" (reducción de la exploración de uno de los lados
de la realidad exterior observada tras lesiones frontales o parietales) observada
tras lesiones de los GB (30). Las lesiones estriatales pueden desencadenar persistencia
atencional (20,31), lo que sugiere que los GB podrían jugar un papel
particularmente relevante para el "desenganche" atencional ("disengage
function") previo a la reorientación de la atención. Los
trastornos atencionales y las alteraciones de las funciones sensoriales de los
GB están posiblemente implicadas en las manifestaciones motoras de los
síndromes extrapiramidales. Un ejemplo de ello es la reducción
del déficit motor en la EP desencadenado mediante entrenamiento atencional.
La información sensorial también es utilizada en los GB para el
aprendizaje de nuevas habilidades motoras, adquisición mermada en enfermedades
de los GB como la EP, la enf. de Huntington (degeneración estriatal)
o el síndrome de Tourette (32-34). Los GB participan también en
el condicionamiento operante de la conducta. Estudios en primates han demostrado
que las neuronas GABAérgicas de la SNr incrementan su actividad durante
la presentación de estímulos previamente asociados a un premio,
reduciéndola posteriormente si el estimulo no se sigue del premio anunciado
(35, 36). Por tanto, los GB podrían intervenir en el condicionamiento
operante identificando los estímulos asociados a premio como estímulos
relevantes. En estos mecanismos probablemente participan las aferencias estriatales
provenientes del sistema límbico. Los GB también forman parte
del substrato neural de la memoria, especialmente en la denominada "memoria
de trabajo". Esta modalidad de memoria está alterada en animales
de experimentación y en pacientes con lesiones en los GB (37, 38).
Los GB reciben información de la regiones corticales implicadas en procesos
superiores como el lenguaje y el pensamiento. El lenguaje puede estar alterado
en las enfermedades de los GB (39). Una de las complicaciones más frecuentemente
observadas en humanos sometidos a palidotomía medial o a subtalamotomía
bilateral son los trastornos del lenguaje. Junto con ellos, la palidotomía
bilateral puede desencadenar trastornos del pensamiento (confusión y
desorientación, etc.), siendo ésta una de las razones principales
para su no utilización en el tratamiento de la EP. La bradifrenia (40,
41) y la demencia (42) son trastornos frecuentemente observados en la EP, lo
que sugiere que las neuronas DAérgicas están involucradas en el
mantenimiento del curso normal de pensamiento. Alteraciones del pensamiento
han sido objetivadas también en el síndrome de Tourette, donde
con frecuencia se observa el denominado "pensamiento forzado", que
obliga al paciente a mantener el curso de una determinada ideación que
no puede ser evitada voluntariamente y que con frecuencia se produce de forma
acelerada.
Los ganglios basales como un todo.
Por tanto, los GB participan de una gran diversidad de tareas que abarcan desde
el procesamiento complejo de la información sensorial hasta la organización
de la tareas motoras más elaboradas, pasando por funciones superiores
como el lenguaje y el pensamiento. Se dispone de evidencias que implican a los
GB en todas estas funciones, pero no disponemos de los datos necesarios para
conocer su papel específico en cada una de ellas ni el modo como estas
tareas son resueltas. Numerosas preguntas esperan por una respuesta adecuada.
¿Qué utilidad tiene la convergencia motora, multisensorial y de
funciones superiores en un mismo sistema? ¿Por qué hacer circular
repetidamente estas informaciones en circuitos córticosubcorticales de
estructura cerrada? Lesiones completas de NST o del GPi no sólo no inducen
alteraciones severas de las funciones de los GB, sino que pueden resultar útiles
para el tratamiento de los trastornos motores de las enfermedades de los GB.
¿Cómo explicar la ultraestabilidad funcional del los GB ante el
daño neurológico focal? Aún estamos lejos de poder responder
preguntas como éstas y, por tanto, de entender el papel y el modo de
funcionamiento de los GB. El modelo actual de GB resulta útil para ciertos
fines (p.e., identificación de nuevas dianas quirúrgicas para
el tratamiento de enfermedades de los GB), pero debe ser considerado como una
primera aproximación a la fisiología de los GB que no aporta una
comprensión profunda de sus funciones ni de sus mecanismos de acción.
Los GB son un "escenario" complejo en el que se integra información
cerebral muy diversa y en el que posiblemente se unifican los patrones motores
de los distintos músculos en una conducta coherente para todo el organismo.
Este escenario representaría la realidad exterior conjuntamente con los
objetivos motores que se pretenden alcanzar, permitiendo simular las conductas
posibles hasta encontrar el patrón motor mas adaptado. El problema principal
que limita su estudio es quizás metodológico. No es posible comprender
un sistema complejo en profundidad sin analizar conjuntamente todos los elementos
que lo integran, especialmente cuando se trata de un sistema que, como los GB,
dispone de un alto grado de "integración serial" organizada
de forma recurrente y de "procesamiento paralelo" intensivo. Nuestras
posibilidades metodológicas no son aún las requeridas, por lo
que estamos limitados a practicar análisis experimentales parciales,
que nos puedan ir acercando a un modelo progresivamente más realista
de la fisiología de los GB.
1. Parent et al. (1995) Functional
anatomy of the basal ganglia. I. The cortico-basal ganglia-thalamo-cortical
loop. Brain Res Rev 20:91-127
2. DeLong (1990) Primate models of movement disorders of basal ganglia origin.
TINS 13:281-5
3. Smith et al. (1990) The neural network of the basal ganglia ad revealed by
the study of synaptic connections of identified neurones. TINS 13:259-65
4. Somogyi et al. (1981) Monosynaptic cortical input and local axon collaterals
of identified strtiatonigral neurons. J Comp Neurol 195:567-84
5. Nisenbaum et al. (1988) Evidence for two functionally distinct subpopulations
of neurons within the rat striatum. J Neurosci 8:4138-50
6. DeLong et al. (1979) Motor functions of basal ganglia as revealed by studies
of single cell activity in the behaving primate. Adv Neurol 24:131-40
7. Wilson (1995) The contribution of cortical neurons to the firing pattern
of striatal spiny neurons. In: Models of information procesing in the basal
ganglia; editado por: Houk, Davis y Beisier. MIT Press, Cambridge, pp 29-50
8. Graybiel (1990) Neurotransmitters and neuromodulators in the basal ganglia.
TINS 13:244-54
9. Alexander et al. (1990) Functional architecture of basal ganglia circuits:
neural substrates of parallel processing. TINS 13:266-71
10. Obeso et al. (2000) Pathophysiology of the basal ganglia in Parkinson´s
disease. Trends Neurosci 23:8-19
11. Anden et al. (1966) A quantitative study on the nigro-neostriatal dopamine
neurons. Acta Physiol Scand 67:306-12
12. Gerfen et al. (1990) D1 and D2 dopamine receptor-regulated gene expression
of striatonigral and striatopallidal neurons. Science 1990:1429-32
13. Rodríguez et al. (1999) Electrophysiological and morphological evidence
for a GABAergic nigrostriatal pathway. J Neurosci 19:4682-94
14. Afonso et al. (1993) Neonatal lateralization of behavior and brain dopaminergic
asymmetry. Physiol Behav 32:11-6
15. Castellano et al. (1993) Spontaneous firing of nigrostriatal dopaminergic
neurons in split-brain rats. Neurosc Lett 162:1-4
16. González-Hernández et al. (2002) Response of GABAergic cells
in the deep mesencephalic nucleus to dopaminergic cell degeneration: an electrophysiological
and in situ hybridization study. Neuroscience 113:311-21
17. Rodríguez et al. (2001) Motor behavioural changes after intraventricular
injection of 6-hydroxydopamine in the rat: an animal model of Parkinson´s
disease. Behav Brain Res 122:79-92
18. Rodríguez et al. (2001) Dopamine cell degeneration induced by intraventricular
administration of 6-hydroxydopamine in the rat: similarities with cell loss
in Parkinson´s disease. Exp Neurol 169:163-81
19. Obeso et al. (2000) Cirugía de los trastornos del movimiento y función
de los ganglios basales. Neurología 15(Supl 5):2089-99
20. Rodriguez et al. (1992) Laterality, alternation and perseveration relationships:
Role of dopaminergic systems. Behav Neurosci 106:974-80
21. Obeso et al. (2000) Pathophysiology of Levodopa-induced dyskinesias in Parkinson's
disease: problems with the current model. Ann Neurol 47:22-34
22. Rodríguez-Oroz et al. (2001) The subthalamic nucleus in Parkinson´s
disease: somatotopic organization and physiological characteristics. Brain 124:1777-90
23. Rodriguez et al. (1984) Differents roles of catecholaminergic and serotonergic
neurons of the MFB on male rat sexual behavior. Physiol Behav 33:5-11
24. Santamaria et al. (1992) Clinical subtipes of Parkinson´s disease
and depression. En: Parkinson´s disease: Neurobehavioural aspects. Editado
por Huber SJ y Cummings JL. Oxford University Press. Oxford, pp 217-28
25. Felleman et al. (1991) Distributed hierarchical processing in the primate
cerebral cortex. Cereb Cortex 1:1-47
26. Corbetta et al. (1991) Selective and divided attention during visual discrimination
af shape colour and spped: functional anatomy by position emission tomography.
J Neurosci 11:2382-402
27. Hikosaka et al. (1983) Visual and oculomotor functions of monkey substantia
nigra pars reticulata. I. Relation of visual and auditory responses to saccades.
J Neurophysio 49:1230-53
28. Crawford et al. (1989) Abnormalities of nonvisually guided eye movements
in Parkinson´s disease. Brain 112:1573-86
29. Jackson et al. (1995) Sensorimotor selection and the basal ganglia: a neural
network model. In: Models of information procesing in the basal ganglia; editado
por: Houk, Davis y Beisier. MIT Press, Cambridge, pp 337-67
30. Villardita et al. (1993) Visual neglect in Parkinson´s disease. Arch
Neurol 40:737-9
31. Taylor et al. (1992) Executive function. En: Parkinson´s disease:
Neurobehavioural aspects. Editado por Huber SJ y Cummings JL. Oxford University
Press. Oxford, pp 74-85
32. Willingham et al. (1993) Evidence for dissociable motor skills in Huntington´s
disease patients. Psychobiology 21:173-82
33. Saint-Cyr et al. (1988) Procedural learning and neostriatal function in
man. Brain 111:941-59
34. Stebbins et al. (1992) Impaired working memory in unmedicated adults with
Giles de la Tourette´s syndrom. Soc Neurosci Abstr 18:1213
35. Schultz (1986) Activity of pars reticulata neurons of monkey substantia
nigra in relation to motor, sensory, and complex events. J Neurophysiol 55:660-77
36. Schultz (1998) Predictive reward signal of dopamine neurons. J Neurophysiol
80:1-27
37. Brozoski et al. (1979) Cognitive deficit caused by regional depletion of
dopamine in prefrontal cortex of rhesus monkey. Science 205:929-32
38. Cooper et al. (1992) Different effect of dopaminergic and anticholinergic
therapies on cognitive and motor function in Parkinson´s disease. Brain
115:1701-25
39. Reid et al. (1989) The neuropsychology of the novo patients with idiopathic
Parkinson´s disease: the effects of age of onset. Int J Neurosci 48:205-17
40. Rogers (1992) Bradyphrenia in Parkinson´s disease. En: Parkinson´s
disease: Neurobehavioural aspects. Editado por Huber SJ y Cummings JL. Oxford
University Press. Oxford, pp 86-96
41. Méndez et al. (1998) Visual cognitive slowing and Parkinson´s
disease. J Neurol Neurosurg Psychiat 65:921-3
42. Rajput (1992) Prevalence of dementia in Parkinson´s disease. En: Parkinson´s
disease: Neurobehavioural aspects. Editado por Huber SJ y Cummings JL. Oxford
University Press. Oxford, pp 119-31
Manuel Rodríguez Díaz
Dpto. de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad de La Laguna, Tenerife
Telf.: 922.319.361
Fax: 922.319.397
mrdiaz@ull.es
|